31 de mayo de 2010

Vanidades y Democracia, una historia de un país sin memoria

Después de esta triste y agotadora jornada electoral, en la que mi madre participó como Jurado en las Mesas de Violación, qué digo, Votación, les compartimos este mensaje con la opinión de una persona común y corriente, como tú y como yo, que había puesto en el verde una esperanza de país.

Yo, un poco desde la distancia, he sufrido al ver estos resultados, pero más, ver cómo la gente se toma tan a la ligera su deber democrático, 'argumentando' que votan por el naranja, porque Mockus está loco, y no es posible que se baje los pantalones en público (día en que comencé a seguirlo, tendría yo 13 años), en lugar de hacer un análisis del país que quieren para ellos, para sus hijos y sucesivos. Yo ya no estoy allá - en Colombia - y no pienso volver, no al menos hasta que esta maquinaria que me genera tanta impotencia se derrote, por lo menos en las ideas.

No puede ser que haya todavía tan poca visión de país y tanto arraigo de pueblo. No puede ser que prefieran ver muertos disfrazados de guerrilleros antes que un señor hablando raro. No puede ser que prefieran seguir en el mismo baile del que TANTO se quejan antes que intentar algo diferente. Tengo tristeza y dolor de país.


No hablo más y los dejos con la reflexión.


Nada Nuevo

Reconozco que escribo desde la desesperanza, desde una profunda tristeza de país, no por la gente en sí, tal vez a causa de la gente, que no se da cuenta de que la liviandad con la que miran estos procesos, decide el futuro mío, tuyo, de mis hijas, de mis nietos, de nuestra calidad de vida, de nuestra forma de ver las cosas.

Vamos a ser simplistas: aquí no ha pasado nada nuevo, no hay algo diferente a la poderosa, panóptica y omnipresente maquinaria que mueve el Estado para proteger sus intereses cuando los siente amenazados.

Los análisis tontistas, engreídos y superficiales, le atribuyen a los debates, la “derrota” de Mockus, la arrolladora victoria de Santos. Las inconsistencias en sus declaraciones, el no salir “triunfador” en esos debates, influyó supuesta y decisivamente en el electorado. Estamos pensando entonces que tenemos YA un electorado educado, ajustado a la Democracia verdaderamente deliberante y participativa.

No señores, yo creo que rompimos el 11º mandamiento: no dar papaya. Y aquí se dio por partida doble: la primera por acceder a participar en debates que no son consistentes con la forma de pensamiento y del discurso de Mockus. Mockus piensa profundamente estructuralista. Es incapaz de fraccionar su lógica holística y responder en cuestión de segundos la fragmentada panorámica que pretenden hacer de este complejo país los entrevistadores habilidosos y sagaces al servicio de las grandes maquinarias mediáticas.

A Mockus le faltó humildad para aceptar que no puede, que es incapaz, de pensar fragmentariamente, y haber rechazado tanta entrevistadera en la que se caía y tanto debate en el que patinaba. Bien hubiese podido armar toda una estrategia encaminada verdaderamente al aprendizaje ciudadano de cómo acceder a un candidato y al conocimiento verdadero de sus propuestas, sin el artificioso engaño de lo masivo y mediático.

El segundo punto fatal estuvo en su inoportuno (políticamente hablando) anuncio –honesto por demás- de que era necesario aumentar los impuestos. En este país a nadie le gustan los impuestos porque no creen en ellos. Y, -peor aún- le advirtió a los empresarios e industriales, acomodados por décadas (perdón, por centurias) a ganar, a llenar impúdicamente sus arcas, sin devolver verdaderamente nada a la sociedad, lo que se les venía encima. Cerraron filas junto con el poder político que se veía amenazado en su médula de corrupción. Poderosa llave que se expresó claramente este Domingo.

El Domingo 30 de Mayo se registró una masiva VOTACIÓN DE SUPERVIVENCIA. Los empresarios e industriales le indicaron a sus trabajadores - y los políticos hicieron con su “clientela” lo propio- que era necesario votar por Santos para conservar su “modus vivendi”, el sustento que les garantiza su puestito, su supervivencia del día a día, porque aquí no vivimos dignamente, sólo sobrevivimos y nos da miedo perder el mendrugo que tenemos.

Así que realmente no fue sorpresivo. Hubo mucho de aquello de “pensar con el deseo”, pero fundamentalmente de sobredimensionar el papel de algunos orientadores de opinión. Hubo mucho de ego en esta campaña de Mockus, hubo mucha soberbia intelectual, y eso fue fatal.

No podemos desconocer de un tajo la calidad de país que tenemos, ni podemos creer que por empezar a reflexionar ya hicimos todo el análisis. Vivimos, seguimos viviendo en un país funcionalmente analfabeta político, en el que se vota “en contra de”, “por no perder el voto”, “por ayudar a”, se vota incluso por moda, pero muy poco a conciencia, por reflexión, por pensar profundamente en lo que requiere el país para dar un salto cualitativo. Y esta vez sobredimensionamos la moda e infravaloramos la veleidad de una opinión pública que todavía no atraviesa por “lo público” ni por la madurez de una verdadera selección a conciencia. Nada nuevo.

Soledad Leal

 Atardecer Colombiano - John Carter

1 comentario:

Kamo dijo...

Creo que Colombia no está preparada para recibir a alguien quien realmente piense a futuro, y definitivamente el discurso de las grandes maquinarias ya está entrenado para convencer con mentiras a la gente, qué más podemos hacer, sigue imperando el fraude, lo falso, el atajo. Finalmente no hay negocio que dé más plata que la guerra y mientas aquí se pueda mantener mejor para ellos. Kamo.

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