24 de agosto de 2010

The meaning of life

Encontré este video por Internet y me pareció un buen elemento para compartir. El significado de la vida lo encuentra uno a medida que la vive, pero un par de consejos no caen mal. Especialmente dedicado a rizitos de naranja.

11 de agosto de 2010

Cuidado con esa caja

Por: Edgard Livingstone

¿Quién no utilizó en algún momento de su vida una caja de zapatos para guardar algo importante? Todos estamos más o menos familiarizados con un objeto de este tipo y, en efecto, la Caja de Zapatos de Fernando Milsztajn contiene muchos elementos que uno esperaría encontrar allí adentro.

Sin embargo, se equivoca quien cree hallar en esta caja un mundo de recuerdos ordenados, un mundo en el cual, de vez en vez, reconocerse o distanciarse. Maestro en el arte de la provocación, Milsztajn juega, a veces con sutileza, otras con falsa superficialidad, a poner al lector en el medio de contraposiciones, contrastes constantes en una serie de viajes de ida y vuelta que garantiza en el libro un ritmo narrativo siempre elevado.

El lector se divierte pasando del pensamiento del autor hasta el de un hombre cualquiera, encontrándose en el medio con el suyo propio. O se sorprende en pasar, casi sin darse cuenta, de lo verosímil a lo imaginario, cayendo en las trampas narrativas bien armadas por el autor. Y, finalmente, se deja transportar del pasado al presente gracias a la intervención del recuerdo que reúnen, en voz baja o a gritos, a los hechos en una única dimensión sin tiempo, una dimensión íntima que Milsztajn con mucha habilidad nos recuerda a todos tener por algún lado.

¿Cómo salir vivos de esta trabazón de historias, personajes, pequeños pedazos de mundos que se cruzan confusamente en la cabeza del lector? El mismo autor ofrece la clave de lectura de su libro -la clave que abre la caja de zapatos-, con una afirmación que es al mismo tiempo elemento unificador de la variedad narrativa del libro y manifiesto de su poética literaria:

“Eso me desespera, el dolor que siento cuando se escapa y se pierde un recuerdo… es como si YO fuera el que va desapareciendo en cuotas. Creo que por eso me gusta escribir, para no dejarlos escapar. A veces los atrapo mandándome mensaje de textos con palabras sueltas que después sirven de soga para el rescate”.

- Desde Afuera - 

Por: Joa Anacrónica

La última semana estuve de viaje. Fue un viaje corto, conciso, preciso, divertido y acompañado. Fue un viaje que duraba los únicos 10 minutos de bus que demoraba en llegar a mi anterior trabajo. Fue un viaje al interior... de mí.

Por referencias llegó a mí una Caja de Zapatos. Una cajita que contenía los recuerdos de otro y los sentimientos míos. Cómo explicar que durante una semana no me importó la señora que me empujaba para agarrar mi apoyo en el bus, o correr a tomar el primer asiento libre antes que el de al lado, o que no escuchaba el ruido de esos buses que les suena hasta la pintura, ni tampoco los insultos de uno que se quiso bajar donde no era y le echó la culpa al conductor.

Sí, fue una de esas lecturas simples, pero deliciosas. Una de esas historias que te encuentran. Uno de esos caminos que no llevan a nada, pero te transportan. Es como conocer a alguien que te cuenta la historia de su vida y tú dices: "¿Sabes? eso también me pasó. O, yo también soy así. O, eso pudo pasarme a mí. O, más aún, lo dijiste primero que yo".

Y ahora, al ritmo de Baden Powell, yo escribo estas líneas sólo para dejar dicho por algún lado que conocí a alguien más en este mundo que sufre de infancia crónica, que sus ojos saltan por encima de la aburrida monotonía, que su mundo gira entorno a sus letras, que escribe más por placer que por deber, que comparte la lejana cercanía de un universo paralelo, y que tal vez, al igual que yo, su mente nunca frena y sus manos intentan ir a la misma velocidad de sus pensamientos. Conocí a alguien que no conozco, pero me basta leer que hay otros en el mundo que tienen su inbox del celular lleno de mensajitos recordatorios de momentos especiales para sus ojos, que se convertirán luego en viajes anacrónicos.

- Desde Adentro- 

5 de agosto de 2010

Yo confieso

 - Revelaciones de una nena distraída -

Yo confieso que me gusta cuando hace frío y sale humito por mi nariz o por mi boca; que a veces me sale una tonada no tan costeña y no tan porteña (a veces no sé qué acento tengo). Confieso que espío por las ventanas abiertas de las casas de barrio e imagino la forma de vida de sus ocupantes; que se me hace agua la boca con una vitrina llena de tortas y postres.

Confieso que mi trabajo ideal sería vivir de mis crónicas de viajes, culturas, costumbres, acentos... escribir lo que yo quiera. Confieso que hago un baile de victoria cada vez que tengo un nuevo viajero (seguidor); que a veces chismeo lo que otros hacen para ver si encuentro algo interesante; que no puedo dormir si el closet está abierto.

Confieso que soy un desastre en la cocina (aunque creo que eso ya no es secreto); que me gustaría poder hacer magia como Harry Potter; que me quiero casar en el mar; que quiero despertar riendo siempre que sea posible; que quiero recordar al menos los sueños lindos; que olvido qué hacía en una página antes de cambiar de pestaña en el explorador; que me gustan las palabras trucho y quilombo.

Confieso que a veces me hago la dura, pero soy una hojita de otoño cayendo suavemente al ritmo del viento, sobre todo si estás cerquita; que me gustan las medialunas y los abrazos bailables; que extraño ir a Crepes&Waffles el día de amor y amistad; que quiero tomar jugo de curuba y comer arepas al desayuno. Confieso que me pone muy feliz que otros lean lo que escribo, y leer lo que escriben ellos.

Confieso que me interesa un libro cuando su portada llama mi atención y el título me causa curiosidad; que el mejor libro que he leído fue ese en el que me leí. Ya sé, confieso que soy un poco vanidosa, pero un poco no más. Confieso que me gusta el olor a naranja de su pelo y el brillo de sus ojos verdes; que a veces convivo con personajes que no existen; que mi boletín del colegio decía "se distrae mucho en clases" y no he cambiado nada.

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