26 de enero de 2011

Entre recuerdos

Encontré esto entre notas perdidas y quiero liberarlo. Inspirado en una canción de Cerati y un gato que nunca se calla. Voy encontrando más, así que los iré posteando a medida que me dicte el corazón.

La Noche
Tráeme la noche y déjame una de esas madrugadas tuyas. Tráeme el silencio y déjame un susurro. Tráeme tu escencia y llévame donde solo la luna es testigo del sudor de nuestra piel y el gato el único que acompaña nuestro ritmo. Ven, que te espero. Vuelve, que te pienso. Cada noche, cada respiro, cada maullido.

24 de enero de 2011

Barranquilla en contraste


Moñitos, originalmente cargada por Joanna Riquett.
Me fui de paseo por el centro de la ciudad de Barranquilla, mi ciudad. Tenía una cámara de juguete en mano y la compañía del ojo fotográfico experimentado de mi papá, así que salieron este par de fotos que me gustan por sus colores y por las historias que las rodean. No escribí nada en ellas, pero dejo a su imaginación qué historia tiene cada personaje que aquí se enmarca.

19 de enero de 2011

Recorrido por el Cabo de la Vela, ¡sí majayura!

Para los que no están muy seguros de su ubicación, el Cabo de la Vela se encuentra al norte de Colombia (lo amarillo del mapa), en una región llamada La Guajira, una península conocida por sus paisajes desérticos y por conservar muchas costumbres de una de las comunidades indígenas más importantes del país: La Wayúu. Su lengua es el wayuunaiki, y majayura (la palabra del título) significa 'señorita'. Tienen costumbres bastante interesantes y llamativas, de las cuales he aprendido poco, pero un día conoceré más. Por lo pronto les cuanto un poco más sobre nuestro destino.

Para comenzar, debo advertirles que este paseo no es apto para todo público. Hay que tener un poco de sentido de la aventura, amar la naturaleza antes que la civilización, no esperar hospedarse en un lujoso hotel (porque no hay), no sentir pánico al desconectarse totalmente del mundo -esto incluye celulares, internet, msn, chats, blackberry, en fin -, y aguantarse 4 horas de carretera destapada, es decir, ruta de arena y piedras (y si es temporada invernal no será nada cómodo). Una vez superados estos inconvenientes mentales, el paseo comienza con todas las de la ley.

La Burbuja por la carretera
La primera parada, si vienes desde cualquier parte del país (o del mundo), es en Riohacha, la capital de La Guajira. Ahí tomas un tour que consiste en una 'burbuja' -como le dicen ellos-, es decir, se paga una camioneta para cinco personas que te llevará hasta el Cabo y otros lugares cercanos. Por favor, no vayas en un automóvil haciéndolo pasar por el de Batman, pensando que podrá atravesar el camino y superar obstáculos, porque no es así, y una enterrada en el fango te puede costar varias horas del viaje a pleno sol de desierto: nada recomendable.

Esta vez que fui (comienzos de enero 2011), Colombia salía de una de las peores crisis invernales en todos los tiempos. Hubo pueblos desaparecidos y millones de personas quedaron sin hogar. Ante esto, La Guajira no fue la excepción y después de 9 meses de lluvias, el desierto estaba verde. No obstante, todavía se podía apreciar la belleza de semejante lugar.

Llegando al Cabo de la Vela (se ve que está verde, no?)
Una vez que llegas al lugar sientes la recompensa por el par de chichones en la cabeza y el calor que no mata el aire acondicionado de la burbuja. Te recibe un mar de tres colores, una playa de arena blanca y una quietud que adormece. Quieres salir y gritar a ver si alguien te escucha, quieres quitarte la ropa de encima y saltar en el agua cristalina, y quieres, además, comerte un buen pescado fresco con arroz de coco y patacón (misión cumplida).

Para caminar
Ya en el Cabo las opciones son ir al balneario del Pilón de Azúcar, pero cuando fui el mar estaba picado; subir al faro y tomar hermosas fotos, pasear por otras montañas que sólo los guías te saben llevar, o caminar por las colinas y disfrutar de los atardeceres. Es pura relajación, encuentro con la lectura (hasta las 23hrs, porque después quitan la luz), reflexión, paciencia, mar y aire, aire puro y salobre. Por la noche hay que asegurarse de salir a ver las estrellas, porque nunca en mi vida las había visto tan luminosas, ni sentido el cielo tan cerca. Tuve una sensación de regreso a la escuela en un paseo al planetario, ¡pero éste era de verdad! estaban todas las figuras que a uno le enseñan, pero después olvida porque nunca lo ve. Aquí sí que puedes chupar toda la energía cósmica de la constelación.

Colinas
Para dormir encuentras rancherías, que son como cabañas muy rústicas con camas o con chinchorros, hay lugares para acampar y lugares para dormir en hamacas (hamacas paraguayas), tipo cuarto compartido de hostel, pero con hamacas. En Cabo, todos los hospedajes quedan frente al mar. La comida típica es el chivo y el pescado fresco. Ellos están acostumbrados a desayunar, almorzar y cenar pescado, por lo cual, aunque el menú del restaurante incluya arepas, huevos, café, chocolate, etc, no está tan bueno. Si eres de comer ligero a la mañana, te recomiendo que lleves un par de salchichas en lata, pan, galletitas, o lo que gustes.  Este es un plan para reencontrarte con tus propios pensamientos... y a veces asusta.

Nuestras hamacas y la cabaña
Dos noches fueron suficientes para dejarme un agujero mental y volver a golpes a 'la vida real'. Tres días sin saber nada del mundo fuera de mí y tratando de entender el que está adentro. Hay más recorridos que requieren de más días y se puede llegar hasta la puntita, bien arriba del país; pero yo tenía que volver a la gran ciudad, donde me encuentro ahora intentando liberar un poco de peso de mi estructura cerebral. Pero si alguna vez se te antoja pasar por ahí, te lo recomiendo sin pensarlo dos veces. 

Para más fotos del Cabo, puedes entrar aquí.

15 de enero de 2011

De vacaciones

Hace un mes que no escribo nada. No he abandonado el blog, puedo dejar de hacer cualquier otra cosa, menos abandonar este espacio que me encanta. Sucede que me fui de 'vacaciones' a mi país. Regresé a mi terruño y estuve dos semanas con mi familia y mis amigos más queridos. Me conecté tanto con disfrutar ese tiempo, que me desconecté de todo lo demás. Por cuanto ya estoy de vuelta en Buenos Aires, tengo la cabeza llena de mil pensamientos, pocas palabras para definirlos y menos tiempo para entenderlos, así que se me está complicando escribir algo coherente sobre el regreso a Barranquilla y la pequeña escapada al Cabo de la Vela con mi mamá.

Tengo muchas cosas para pensar, pero sobre todo para entender y definir; y aunque soy feliz y no me hace falta nada, no dejo de sentir cierta ansiedad que me indican que tengo que moverme rápido, así mi súper- re- contra- archi- enemigo: el tiempo, me diga que tengo que esperar. ¡Esperar las pelotas! como dicen aquí, yo hago las cosas en el momento que me va dictando el pálpito.

Bueno, pero a pesar de que no he escrito nada, sí trabajé un rato en las fotografías que tomé en el Cabo. Aquí abajo les dejo un par, pero pueden verlas todas en mi cuenta de Flickr aquí.




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