30 de junio de 2011

Carta a un amigo

Querido Anturi,

Está haciendo un frío terrible. Este invierno llegó con toda y te imaginarás que no me gusta nada andar arropada cuando en Quilla voy en trespuntá a todos lados. Es el tercer invierno que paso en esta ciudad y carajo que no me acostumbro. Pasar de estaciones sí es lindo, el ver cómo cambia la ciudad de colores y de ritmo, cómo el guardarropas también va cambiando de moda y tonalidades y cómo la gente se va adaptando a esos cambios es, en definitiva, una experiencia y un aprendizaje.

Te tienes que adaptar a ese ritmo, dejar lo anterior y seguir adelante, así como en la vida misma. Es difícil, ¿no? no mirar atrás y añorar lo que quedó ahí. A mi me hace falta la playa, el mar y el calorcito (el rico) de verano, pero qué le vamos a hacer, tampoco estoy sufriendo [mucho]. Yo duermo en un casi segundo piso y por las noches escucho el sonido del viento golpeando las ventanas. A veces me asusta cuando lo hace con fuerza, pero hay noches que me arruya. Si te olvidas que estás en medio de la ciudad, puedes sentirte en la montaña o en un lugar lejano, tranquilo. Lo que pasa es que tengo también una vecina, una de esas vecinas, que llega a las once de la noche a contarle a su compañera las mil discusiones que tuvo con fulano y mengano. Una vez me asomé por la ventana y grité SHHH! cual vieja insoportable; se callaron tres minutos y siguieron hablando. Todo el edificio se enteró que el man no le devolvió la llamada y al final a ella 'le chupaba un huevo'. Cómo te gustaría escuchar esas historias, amigo mío.

Esta distancia que nos separa ha hecho que el contacto sea menos frecuente y las historias menos cotidianas, pero en muchas situaciones te recuerdo y me faltan tus constantes chistes que me hacen mear (ay! digo, orinar) de risa. ¿Cuándo vas a venir a visitarme? Pilas que no estoy aquí para siempre.

De lo demás te cuento que anda todo en orden, "escribiendo" la tesis para la Maestría, trabajando mucho, conociendo nuevas personas... a propósito de eso, es inevitable quitarse la condición de extranjero en este lugar. Dos años después y el 95% de mis amigos son de otras partes del mundo. No es porque no quiera amigos argentinos, pero ellos te ven siempre como algo temporal, ¿sabes? y no te integran con su grupo de gente local. Son buenos contigo, te ayudan cuando pueden, te dan consejos para vivir la ciudad, pero mantienen la distancia, no te acogen como lo haría un buen amigo. Ese 5% que queda es de argentinos, irónicamente de otras ciudades que no son BsAs, que al final son también extranjeros en esta ciudad. Tengo que cambiar de estrategia, porque el día que quiera volver no voy a tener donde quedarme.

El corazón está bien, quieto en actividad pero saludable. El espacio en mi panza creció, como mucho más que antes, pero sigo igual de flaca, así que todavía puedes decirme "Flaca guapachosa". Dile a Mayra, la que habla poquito, que se deje el misterio y que vaya a Barranquilla en diciembre. Tiene seis meses para organizarse y renovar su set de historias interminables.

Esas son las novedades no tan novedosas por ahora. Después te contaré más si se me ocurre algo. Mientras, sigue leyendo juicioso mi blog. Cuéntame algún chisme de por allá, ¿alguien se casó? ¿tuvo un hijo? ¿volvió? ¿se fue?. ¿Me extrañas? Yo sí y te mando un apapacho hasta que nos volvamos a ver.

Tu amiga querida, la más linda de todas,
Yo

Pd: conéctate a esa v**** de skype que pa' qué la tienes.

20 de junio de 2011

Estudiando ando

Creo que ya mencioné en alguna parte que terminé la Maestría aquí en Buenos Aires y ahora me queda hacer la tesis, bendita tesis. Muy juiciosa he elegido los domingos para dedicarme a esta labor y hasta ahora vengo cumpliendo más o menos bien los objetivos. Pues, digo más o menos porque aunque acondiciono el espacio para trabajar, me rodeo de libros, me pongo como 'ocupada' en los chats, entro pocas veces a facebook (léase 'pocas veces' irónicamente), no me baño, como sólo cuando me cruje la panza e intento no pensar en nada más, aquí estoy escribiendo un blogpost.

Además me doy cuenta de cosas que no tienen importancia, como que tengo más de 9 horas de jazz en mi iPod; que definitivamente y sin discusión me encanta Norah Jones, porque cada vez que suena una canción no puedo evitar cantarla; que Nina Simone me alegra con su voz; que Frank Sinatra me hace reir con sus comentarios; que tengo vecinos ruidosos y uno en especial que siempre grita algo que parece ¡GOL! pero ni idea qué partidos estará viendo; que en mi living no hay suficiente luz para poder leer mi propia letra; que en la próxima compra tengo que incluir galletas y chocolates en mayor cantidad; que a veces se me escapa un pensamiento inoportuno y eso me lleva al menos 20 minutos de divagación; y que me distraigo muy fácilmente con pequeñeces, aunque eso ya lo sabía. En todo caso, los domingos de estudio se han vuelto mis días favoritos en el invierno, sobre todo cuando Anna (mi roommie) también se sienta a mi lado a estudiar lo suyo. Nada de esto garantiza que logre terminar este maní en tiempo record. ¡Vamos Joa, tú puedes! (un poco de autopromoción y autofestejo son necesarios).

Bien ahí la tele apagada, eh! Por las escaleras a la izq. está la cocina y subiendo, mi cuarto. Me gusta mi depto :)

17 de junio de 2011

Llueve


Es extraño cómo me hace sentir la lluvia. Inexplicable mezcla de añoranzas, recuerdos, deseos y contemplación. Miro fuera de mí. Las calles duermen envueltas en la soledad del silencio. Las gotas y el movimiento de los árboles son los únicos que convierten en melodía la tristeza de una fría noche de invierno. Camino tranquila, segura y avanzo. Lo único que tengo son aquellas botas de lluvia que me regaló mi hermana y estos pensamientos furtivos, atorados en un nudo de garganta.

13 de junio de 2011

¿Escribir sobre cocina yo?

Una cosa es hablar de todo lo que me gusta comer, especialmente si son postres, y otra distinta es hablar sobre recetas y platos para preparar. Pues este fin de semana me salió la colombianidad por los poros y preparé dos platos colombianos: Ajiaco y Patacones.

Mi rommate tiene un blog de cocina, se llama Sin Spices Survival, y me invitó para escribir una entrada sobre eso que preparé. Bueee.. puede ser que no sea la gran cosa para muchos, pero para mí, la renegada # 1 de la cocina, esto es un paso de gigante. Además, lo escribí en inglés. Así que cocina + inglés... algo raro está pasando en mi vida (¡y qué feliz que estoy!).

Aquí les dejo el enlace que para lean la entrada, le den un like, usen las recetas, la comenten y hagan lo que quieran:

9 de junio de 2011

Mi hermano y yo

Se dice que cada quien tiene sus miedos y preocupaciones. No lo dudo, algunos miedos serán más parecidos a otros, como tener que pensar cómo hacer para conseguir dinero y alimentar a la familia ese mes o esa semana. Yo tengo más miedos y menos procupaciones, pero como ya dije en Reflejo en la Ventana, mi preocupación hoy pasa por tomar una decisión.

Tengo además un hermano, un niño chiquito de apenas cuatro añitos. Un angelito que llegó veinte años después que yo y lo amo con todo mi ser. Hoy fue la segunda vez que desperté llorando por él. Me gusta más cuando despierto por una carcajada y no por una lágrima, pero cuando Michel, mi hermano, entra en mis sueños, debilita toda mi coraza. Creo que mi mayor miedo es que no se acuerde de mí, o que no me quiera como su hermana mayor, sino como una más de las que está lejos. Después de todo lo dejé chiquito, apenas podía hablar y ahora parece un loro, nunca se calla. Skype, sí, una vez a la semana al menos lo veo brincoloteando frente a la cámara y contándome sus cosas del colegio, pero no le puedo dar abrazos, no lo puedo llenar de besos, ni regañar cuando se porta mal. No estoy ahí para él y del estar lejos, lo único que me causa un remordimiento es no escucharlo reir. 

Ahí tenía casi dos añitos apenas

7 de junio de 2011

Historia en imágenes

Esta es una historia contada en imágenes, y no porque piense que soy tan buena fotógrafa que las imágenes lo dirán todo por sí solas, sino porque hasta hace poco pensé que no coleccionaba nada, pero me di cuenta de lo contrario. Colecciono una cosa fundamental en mi vida y con la que siempre cargo, no importa donde esté: fotos inútiles.

¡Así es! Estas, entonces, hacen parte de mi colección de fotos inútiles. Para mí tienen un significado, me recuerdan un momento o una sensación, pero si alguien las viera pensaría... no pensaría nada. Empiezo por lo que más me gusta...

Siempre que camino a casa del trabajo, paso por la misma repostería. Todos los días, alrededor de las siete, esta vitrina está esperando que yo pase para provocarme. Todos los días, incansablemente, me esperan las tortas en la vitrina y me piden a gritos que las lleve. Me conformo con poder tomarle una foto a mi vitrina favorita en toda Buenos Aires (¿que si no pensé cruzar la calle? no, prefiero deleitarme con el mórbido placer visual).

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