3 de octubre de 2010

Supermercado

Octubre, 2 de la tarde. Un sábado cualquiera, con una primavera que llega atrasada y que todavía nos refugia por la noche en casa. La nevera sin alimentos, sólo con cervezas. Necesidad de hacer una compra rápida. Un supermercado sin descuento cerca de casa que vende el rayador que necesitamos.

Sección de mermeladas y dulces de leche: caos. I got a feeling en español martillando los oídos. Gente loca chocando sus carritos con otros. Desesperados todos por tomar el último pote de Dulce de Leche de buena marca. Una por ahí golpea su carro contra los panes y caen todos al piso. Levanta dos del suelo... y el resto que se encargue el empleado del Super... supongo. Señores con carritos llenos de papel higiénico, gaseosas y pan: esos tendrán asado en casa. Tres, cinco, once personas en la cola para pagar. Las cajeras van a velocidad morrocoyo, ellas pasan los productos y empacan las bolsas. Usan una por tres productos. Seis bolsas llevamos a casa, cuatro cosas en la nevera. Dos horas después, chorizos en la parrillita.

2:30 p.m
Nota mental: no volver al supermercado un sábado de primavera... ni en pedo.

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