4 de julio de 2010

Crónicas mundialistas - y perdió Argentina

Aunque fue evidente la fortaleza del equipo alemán, no evita el sentimiento que se vive en este país. El gol del minuto 3 nos dejó desorientados - me incluyo porque yo estaba ahí-, pero luego cuando Argentina empezó a dominar la pelota, los ánimos comenzaron a subir. Segundo gol de Alemania, en el segundo tiempo, sacó a un par de hinchas del auditorio de la universidad. Aún las esperanzas estaban vivas, pero el tercer gol fue fatal. Caras largas y el ánimo decaído era evidente. Pocos minutos faltaban para acabar el partido y Argentina no lograba definir el gol que varias veces intentó. Ay mamá, llegó el cuarto gol y casi acababa el encuentro. Qué partido de infarto, qué nervios. Aunque sea colombiana vivo en Argentina, y ahora es como mi segundo hogar. Obvio que voy a hinchar por ellos, tengo casa, trabajo, amigos, amor, estudio aquí y me encanta mi posgrado, ¿qué me falta? Comparto su alegría y también su tristeza.

Ya dije que no soy la más seguidora del fútbol, pero en un país que se vive y se respira fútbol en cada poro citadino es inevitable contagiarse. Salí a tomar un café en Puerto Madero y un sábado a las 13 horas, no había nadie. Ésta vez no fue durante el partido, sino después. La ciudad retomó un aire triste y melancólico. A pesar del sol y el buen clima, Puerto Madero estaba solo. Los pantallas no tenía observadores, los restaurantes no tenían comensales.


Como dije antes, en este país el fútbol no es sólo un deporte, es un sentimiento y hasta una religión, como en la ciudad de Rosario que está la Iglesia Maradoniana. No por nada este es el único país del mundo que el estado compró los derechos para la transmisión de los partidos del mundial por aire, es decir, para la TV pública, así nadie tiene que pagar para verlos. ¿Populismo? seguramente, pero ¿en qué otro país sería eso una política populista?

Ahora queda alentar por Uruguay como nuestro representante latino, ojalá nos de una sorpresa, pero con Holanda y Alemania está difícil. 

Informó tarde para Viajes Anacrónicos, su autora.

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