¡Así es! Estas, entonces, hacen parte de mi colección de fotos inútiles. Para mí tienen un significado, me recuerdan un momento o una sensación, pero si alguien las viera pensaría... no pensaría nada. Empiezo por lo que más me gusta...
Siempre que camino a casa del trabajo, paso por la misma repostería. Todos los días, alrededor de las siete, esta vitrina está esperando que yo pase para provocarme. Todos los días, incansablemente, me esperan las tortas en la vitrina y me piden a gritos que las lleve. Me conformo con poder tomarle una foto a mi vitrina favorita en toda Buenos Aires (¿que si no pensé cruzar la calle? no, prefiero deleitarme con el mórbido placer visual).
Me causa gracia encontrar formas en la comida, sí, así como cuando era niña y no quería tomarme la sopa a menos que fuera de figuritas, y más aún, figuritas de dinosaurios. Bueno, esta vez me comí un simpático conejito (pero uno de mentira, no como esos que se comen los de verdad!!)
Me gusta que mis compañeros de trabajo me sigan en cosas tontas, como ponerse una máscara y posar sin sentido frente a una cámara. Él es siempre más payaso que yo.
Salir a la calle un día de invierno y encontrar la puerta de tu casa con este sol impresionante... eso sí es comenzar bien el día:
La ironía de encontrar expresado lo que uno piensa en una sola imagen... eso es tener conexión con el mundo.
(pst, pst... si no lo notaste eso es excremento de pájaro... mierda en el subte.. sí, sí, va por ahí, dale que adivinas!)
Por ser alta, mis pies siempre tocan el piso cuando estoy sentada en una silla, pero cuando no lo hacen es una alegría tremenda.
Esta es una de mis imágenes favoritas. Estaba en Venezuela, recostada sobre una roca en el Parque del Ávila. cuando vi ese pequeño gusanito revolotear como loco. Le tomé muchas fotos y creí que iba a caerme encima, pero no, agarró su red y subió de vuelta a los árboles. Lo único que tengo para recordar ese momento es esta fotito de mi colección.
No podía terminar este post sin una foto de mi amado mar. Esta fue en Nueva Zelanda, en una playa llamada Hot Water Beach, que de hot solo tenía el nombre. Extraño este mar y cualquier otro. Extraño el sonido de las olas al romper en las rocas. Extraño el olor salobre de una espuma sin tocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario