Tengo además un hermano, un niño chiquito de apenas cuatro añitos. Un angelito que llegó veinte años después que yo y lo amo con todo mi ser. Hoy fue la segunda vez que desperté llorando por él. Me gusta más cuando despierto por una carcajada y no por una lágrima, pero cuando Michel, mi hermano, entra en mis sueños, debilita toda mi coraza. Creo que mi mayor miedo es que no se acuerde de mí, o que no me quiera como su hermana mayor, sino como una más de las que está lejos. Después de todo lo dejé chiquito, apenas podía hablar y ahora parece un loro, nunca se calla. Skype, sí, una vez a la semana al menos lo veo brincoloteando frente a la cámara y contándome sus cosas del colegio, pero no le puedo dar abrazos, no lo puedo llenar de besos, ni regañar cuando se porta mal. No estoy ahí para él y del estar lejos, lo único que me causa un remordimiento es no escucharlo reir.
Ahí tenía casi dos añitos apenas |
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