¡Hola! Hace tiempo que no te uso, lo siento, te cambié por un blog que me parece más atractivo y me permite expresarme como yo quiero. En realidad, creo que no me acuerdo en cuál de mis casas te abandoné. Supongo que tu esencia de cerezas ya habrá desaparecido y tus páginas habrán perdido esa magia que nunca terminé de comprender.
En todo caso, querido diario, te escribo por una sencilla razón. Tengo miles de pensamientos revoloteando por mi mente. No frenan, no descansan, no abandonan. Están ahí, paseando de lado a lado, dibujando ilusiones, componiendo pálpitos, arriesgando sentimientos, creando sensaciones. Es el ritmo en el que no puedo frenar. Me invita a perderme en sus pasos acelerados. Quiero entender. Quiero aprender a bailar. Quiero detener y volver a empezar.
Pero no puedo, querido diario, y una vez más, me encuentro en una solitaria mañana extrañando las olas del mar. ¿Qué hay detrás de esas sonrisas veraniegas? ¿A dónde van los abrazos después del barullo? Sé que no lo sabes. Sé que quisieras saber y responder a uno más de estos pensamientos. Sé que estás hecho solo de oídos mudos y palabras infinitas. No le digas a nadie, querido diario, que muero por descubrir la mirada detrás de las teclas de un corazón. No le digas a nadie que ayer fue el hoy que siempre quise y que ahora no sé dónde volverlo a encontrar. Guarda este secreto por mí hasta que vuelva a descubrir tus páginas perdidas en mi incoherencia sentimental.
Viajo constantemente a mundos imaginarios, donde mi mente no frena y mis alas no descansan. Viajo constantemente allá, lejos, donde nadie pueda alcanzarme.
30 de mayo de 2011
24 de mayo de 2011
¿Qué hago en Colombia si voy?
Como colombiana viviendo en otro país, cada vez que alguien viaja a mi tierra me pregunta qué debería NO dejar de hacer. Más allá de los planes turísticos - que cada quien elegirá si prefiere visitar una ciudad de clima cálido, frío o templado, con olor a café, pasto mojado o mar-, yo les recomiendo lo que no pueden dejar de comer, ver o probar.
Colombia tiene dos estaciones: lluvia y no lluvia. Por eso, la mayoría de las ciudades mantienen un clima similar durante todo el año, con picos y bajas como corresponda. Si van a la costa, por lo menos, en diciembre hay mucho viento y el mar 'se pica', es decir, se vuelve un poco violento, así que no es tan recomendable y sería mejor ir a mitad de año. Igual a mí me gusta ir en diciembre porque esas brisas decembrinas son frescas y adormecedoras. Pregunta antes de viajar cuál es la mejor época para ir a la ciudad que elegiste.
Ahora, a lo mío. Tu paso por Colombia no es creíble si no probaste bocado de sus platos más típicos (ejeam). Hay tanta variedad, que no hay panza que lo resista. Toma nota que aquí te dejo una lista IMPERDIBLE.
Colombia tiene dos estaciones: lluvia y no lluvia. Por eso, la mayoría de las ciudades mantienen un clima similar durante todo el año, con picos y bajas como corresponda. Si van a la costa, por lo menos, en diciembre hay mucho viento y el mar 'se pica', es decir, se vuelve un poco violento, así que no es tan recomendable y sería mejor ir a mitad de año. Igual a mí me gusta ir en diciembre porque esas brisas decembrinas son frescas y adormecedoras. Pregunta antes de viajar cuál es la mejor época para ir a la ciudad que elegiste.
Ahora, a lo mío. Tu paso por Colombia no es creíble si no probaste bocado de sus platos más típicos (ejeam). Hay tanta variedad, que no hay panza que lo resista. Toma nota que aquí te dejo una lista IMPERDIBLE.
20 de mayo de 2011
Reflejo en la ventana
Crecer cuesta. Pues eso dice mi mamá y de eso me acuerdo cada vez que me reconozco tan pequeña en la vorágine de la capital. Tengo que decir que padezco de cansancio crónico. No es un cansancio físico, aunque se refleja, sino mental. Hay muchas cosas en las que debo pensar últimamente. Estoy por terminar la Maestría que vine a estudiar a esta ciudad [sí, no estoy aquí living la vida loca (!)]; tengo trabajos atrasados por falta de disciplina y exceso de procrastinación, que en algún momento tengo que entregar; estoy de trabajo hasta el cuello y lo más, más importante y que consume la mayor parte de mis energías y mis pensamientos: tengo que tomar una decisión. ¿Qué voy a hacer ahora que termine de estudiar? ¿A dónde voy? ¿Me quedo? ¿Quiero volver?... Sólo preguntas y ninguna respuesta. Al final, en ese tren en el que se encarriló mi vida, y que me gusta, a veces solo alcanzo a ver mi reflejo en la ventana.
15 de mayo de 2011
Vuelve
A veces siento tu presencia cuando no estás. Veo tu sonrisa y siento el roce de tus mejillas por mis manos. Acaricio tu barba y recorro tu espalda con la punta de mis dedos.
Estás presente en el aire que me rodea.
A veces creo que puedes verme y sonrío en silencio para ti. ¿Piensas en mí?
Quiero tenerte de vuelta en mis brazos. Quiero escuchar los latidos de la pasión.
Basta de imaginación. Regresa que estoy olvidando el sabor de tu sudor.
Estás presente en el aire que me rodea.
A veces creo que puedes verme y sonrío en silencio para ti. ¿Piensas en mí?
Quiero tenerte de vuelta en mis brazos. Quiero escuchar los latidos de la pasión.
Basta de imaginación. Regresa que estoy olvidando el sabor de tu sudor.
9 de mayo de 2011
Música para camaleones*
Cuando salgo del trabajo camino a casa, entre 6 y 7 de la tarde, me encuentro casi siempre con este dúo en el Subte (metro) que interpreta canciones de jazz, blues o bossa. No sé cómo se llaman, no sé quiénes son, ni tampoco de dónde vienen, sólo sé que me gusta verlos tocar, impasibles ante un público que los ignora por la prisa de llegar a cualquier lugar. Son una cápsula de tranquilidad en el medio de una agitada y maloliente línea D.
Si ellos no están, hay un chico que se sienta tranquilo en la esquina tocando una guitarra y cantando para él y los pocos oídos que lo perciben. Él me gusta. Él me causa curiosidad. Él me intimida y por eso solo lo miro de reojo. No le puedo sacar fotos, se daría cuenta que lo estoy mirando. Él me hace sentir como Amélie espiando a Nino.
*Que el nombre sea igual al del libro de Truman Capote no es casualidad.
3 de mayo de 2011
¡Chau otoño!
Todavía no es oficial, pero los árboles ya entendieron que el invierno está pronto. Y qué tristeza me da ver las ramitas sin sus hojas de colores. El invierno tiene su encanto; un encanto que no he encontrado todavía, y que aunque me hagan respirar profundo en el medio de una noche lluviosa para sentir el frío en mis pulmones y me muestren la belleza del paisaje mientras caminamos por la calle, no puedo verlo. Es que mi flaco cuerpo necesita calor y muchas capas para abrigarse. Vino y té, mis compañías predilectas para esta época. Chau otoño, hola invierno, hola frío.
2 de mayo de 2011
Frío, ¡no eres bienvenido!
Preparada para el frío (F**k you Winter!) |
Domingo 1 de mayo
Temperatura a las 10 de la noche: 10°C
Sensación térmica: 6°C
Estado emocional: congelado
Afuera toda la ropa de invierno, adentro el bikini y el pareo. Vengo del mar, de las olas y del sol; es entendible que no me cause gracia andar por la calle con mil ropas encima, caminando bajo una llovizna insípida. Ya casi está aquí el invierno para pintar a Buenos Aires de gris. ¿Ganas de huir? infinitas. ¿Posibilidades? limitadas. Venga frío, venga y pase rápido. Al menos ya me creció el cabello, porque lo que se avecina parece tremendo.
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