Pintura de Leonid Afremov |
La lluvia tiene ese encanto, ese misterio, esa magia. Es una sencación de tranquilidad, de quietud y al mismo tiempo, un melancólico llanto. Siento cierto placer al caminar sola bajo la leve llovizna, chapoteando pequeños charcos, respirando el aire fresco, sintiendo el viento suave en mis mejillas. Apenas 12°C son ideales para estar afuera. Las luces se intensifican, el reflejo de los autos en el suelo hace la noche colorida. Y hay calma, hay silencio. Mi mochila al hombro, una mano en el bolsillo, otra sosteniendo el paraguas, pasos largos y lentos. No tengo prisa por volver. No tengo ansias de entrar. No tengo miedo. La incertidumbre reina en el camino, pero mañana veremos si amanece soleado. Hoy, soy yo, aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario