Por: Edgard Livingstone
¿Quién no utilizó en algún momento de su vida una caja de zapatos para guardar algo importante? Todos estamos más o menos familiarizados con un objeto de este tipo y, en efecto, la Caja de Zapatos de Fernando Milsztajn contiene muchos elementos que uno esperaría encontrar allí adentro.
Sin embargo, se equivoca quien cree hallar en esta caja un mundo de recuerdos ordenados, un mundo en el cual, de vez en vez, reconocerse o distanciarse. Maestro en el arte de la provocación, Milsztajn juega, a veces con sutileza, otras con falsa superficialidad, a poner al lector en el medio de contraposiciones, contrastes constantes en una serie de viajes de ida y vuelta que garantiza en el libro un ritmo narrativo siempre elevado.
El lector se divierte pasando del pensamiento del autor hasta el de un hombre cualquiera, encontrándose en el medio con el suyo propio. O se sorprende en pasar, casi sin darse cuenta, de lo verosímil a lo imaginario, cayendo en las trampas narrativas bien armadas por el autor. Y, finalmente, se deja transportar del pasado al presente gracias a la intervención del recuerdo que reúnen, en voz baja o a gritos, a los hechos en una única dimensión sin tiempo, una dimensión íntima que Milsztajn con mucha habilidad nos recuerda a todos tener por algún lado.
¿Cómo salir vivos de esta trabazón de historias, personajes, pequeños pedazos de mundos que se cruzan confusamente en la cabeza del lector? El mismo autor ofrece la clave de lectura de su libro -la clave que abre la caja de zapatos-, con una afirmación que es al mismo tiempo elemento unificador de la variedad narrativa del libro y manifiesto de su poética literaria:
“Eso me desespera, el dolor que siento cuando se escapa y se pierde un recuerdo… es como si YO fuera el que va desapareciendo en cuotas. Creo que por eso me gusta escribir, para no dejarlos escapar. A veces los atrapo mandándome mensaje de textos con palabras sueltas que después sirven de soga para el rescate”.
- Desde Afuera -
- Desde Adentro-
Por: Joa Anacrónica
La última semana estuve de viaje. Fue un viaje corto, conciso, preciso, divertido y acompañado. Fue un viaje que duraba los únicos 10 minutos de bus que demoraba en llegar a mi anterior trabajo. Fue un viaje al interior... de mí.
Por referencias llegó a mí una Caja de Zapatos. Una cajita que contenía los recuerdos de otro y los sentimientos míos. Cómo explicar que durante una semana no me importó la señora que me empujaba para agarrar mi apoyo en el bus, o correr a tomar el primer asiento libre antes que el de al lado, o que no escuchaba el ruido de esos buses que les suena hasta la pintura, ni tampoco los insultos de uno que se quiso bajar donde no era y le echó la culpa al conductor.
Sí, fue una de esas lecturas simples, pero deliciosas. Una de esas historias que te encuentran. Uno de esos caminos que no llevan a nada, pero te transportan. Es como conocer a alguien que te cuenta la historia de su vida y tú dices: "¿Sabes? eso también me pasó. O, yo también soy así. O, eso pudo pasarme a mí. O, más aún, lo dijiste primero que yo".
Y ahora, al ritmo de Baden Powell, yo escribo estas líneas sólo para dejar dicho por algún lado que conocí a alguien más en este mundo que sufre de infancia crónica, que sus ojos saltan por encima de la aburrida monotonía, que su mundo gira entorno a sus letras, que escribe más por placer que por deber, que comparte la lejana cercanía de un universo paralelo, y que tal vez, al igual que yo, su mente nunca frena y sus manos intentan ir a la misma velocidad de sus pensamientos. Conocí a alguien que no conozco, pero me basta leer que hay otros en el mundo que tienen su inbox del celular lleno de mensajitos recordatorios de momentos especiales para sus ojos, que se convertirán luego en viajes anacrónicos.
- Desde Adentro-
2 comentarios:
Un amigo me sopló que habían escrito esto. No siempre llegan opiniones de lo que uno hace sin tener que preguntarlo. Me puso de lo más contento. Gracias por leer, sea como sea que haya llegado el libro. Y por criticarlo.
Un abrazo verdadero,
nada de esos de compromiso.
fer
Hola Fer,
Llegar al libro no fue difícil, por ahì algún día coincidimos en el mismo lugar.
Un abrazo grande y nos alegra que hayas pasado por aquí.
Joa
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