Comencé un libro que narra la historia de un periodista de Polonia que es enviado como corresponsal a la India sin saber nada del país, no habla inglés, ni mucho menos el idioma local. Es la historia de esa aventura, pero todavía no sé más. En todo caso, me permito citar un párrafo de su libro, porque es así que un extranjero se siente muchas veces en la ciudad en la que vive:
"Noté que me tomaban por un extraño, y aunque debía alegrarme de poder encontrarme bajo el maravilloso cielo de Roma, me sentí molesto e incómodo. A pesar de haberme cambiado de traje, no podía ocultar a los ojos de la gente aquello que me había formado y marcado. Me hallaba en un mundo maravilloso que, sin embargo, no paraba de recordarme que yo era en él un cuerpo extraño".
Si recibiera un billete cada vez que alguien me dice "¿y estás contenta en Buenos Aires?", "¿Te quedás?", podría pagar la renta sin trabajar. A estas preguntas encontré mi mejor respuesta y la más sincera: la mía [con Buenos Aires] es una relación de Amor y Odio. No tengo que explicar mucho cuando hablo con otro expatriado, porque parece identificarse con tal afirmación. Tampoco con argentinos que tal vez han probado un poco de vida en el exterior.
Me cuesta a veces explicar a los que no se identifican porqué amo y odio esta ciudad. ¿Es fea? no. ¿Es la gente? sí, en parte. ¿Es la inflación? Tiene muchísimo que ver, pero no es todo. ¿Es la caca de perro en las calles? mis zapatos serían más felices, pero no. ¿Es la actitud y el pésimo servicio al cliente? Sí, también. ¿Es la constante sensación de que si no te pones las pilas te "cagan"? Sí, también.
Cuando estoy aquí quiero tomar un descanso de ella, me agobia, me estresa, me fastidia. Cuando estoy lejos, la extraño. Buenos Aires de alegrías y romances, pero también de tristezas y desilusiones. Yo no creo que pudiera vivir acá mucho tiempo, pero sin duda, muchos eventos decisivos de mi vida adulta han transcurrido aquí. Te amo y te odio, y qué sentimiento más frustrante.
Viajo constantemente a mundos imaginarios, donde mi mente no frena y mis alas no descansan. Viajo constantemente allá, lejos, donde nadie pueda alcanzarme.
24 de octubre de 2011
12 de octubre de 2011
Visita especial
Mi hermano Michel está aquí de visita y yo ando distraída con su presencia. No habrá nuevos posteos hasta que este niño precioso vuelva a casa colombiana. Además, el efecto primavera hace que cada día de la semana tenga algo distinto para hacer y solo llegue a casa a dormir. Igual pienso en ustedes, mis queridos lectores, y pronto vendré con más cositas. Hasta entonces, besos, picos, abrazos y pellizcos.
Michel por primera vez en un tren. |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)