Diciembre es el mes que más me gusta en el calendario. Bueno, en realidad, no. Cuando era niña, esperaba todo el año a que llegara diciembre, porque era la época en que Papá Noel (Santa Claus, Niño Dios, whatever) traía un montón de regalos. Además, mis papás son separados y por eso recibía dos regalos en lugar de uno, y 'donaciones' de tres familias en lugar de dos -si son matemáticas complejas es porque tus padres siguen en feliz (¿?) matrimonio-. La familia se reúne en éstas fechas para hablar de lo bien que le va a cada uno, a los hijos, a los hermanos en otro país, etc. Se gasta un montón de dinero en regalos y son bien recibidos por el otro con un: ¡Qué divino, está espectacular! mientras por dentro piensan si podrán cambiarlo al día siguiente o tendrán que esperar unas semanas. Se come un montón de comida deliciosa: ésta sí que es la mejor parte, y se estrenan nuevos vestuarios para lucir bien, porque 'es de buena suerte'.
A pesar de eso, es una época en la que todos parecen felices. Las preocupaciones del año quedaron atrás. Las casas están decoradas con luces navideñas, la gente sale a las calles para ver los alumbrados, hay arbolitos navideños en todas las casas, huele a buñuelos y rico pan por las calles, los niños escriben sus pergaminos de regalos a Papá Noel, hay hombres disfrazados del bondadoso Santa en todos los almacenes, los canales de televisión ponen el mismo jingle navideño de todos los años que ya se volvió tradición, hay villancicos en todos los shoppings, actos de navidad en las escuelas, aumenta el comercio y las compras compulsivas, la música recuerda a los abuelos; tortas, dulces, tamales, natilla, pasteles, buñuelos -otra vez-, gelatinas navideñas, pavo, arroces, pan de sabores... tanta comida. Hablo de Colombia, claro.
No será diciembre mi mes favorito, porque se mezclan un montón de sentimientos del pasado, el presente y lo que viene, pero como dice Bob Dylan: "Beyond the horizon, behind the sun, at the end of the rainbow, life has only begun".